Nacía el rock and roll en Estados Unidos, y con este, se levantaba la cultura rebelde, la protesta, la presencia de los jóvenes y su participación como miembros de la sociedad. Derivado del éxito de esta nueva corriente, el Latinoamérica empiezan a surgir pequeños movimientos que buscaban emular parte del discurso rockero estadounidense, importándose todo un modelo de rock and roll en español que mas tarde, se convertiría en toda una corriente propia de Latinoamérica, siendo un fenómeno internacional.
Los mejores intérpretes rockeros
supieron mezclar sonidos importados, principalmente de Norteamérica, con los
legados musicales locales, yendo más allá de la imitación a la innovación, inspirándose
algunas veces en el pop, el folk, el tango, el Hard rock y otros estilos de
cosecha propia, creando híbridos que enriquecieron la cultura.
De esta manera, se ha logrado adaptar una de las corrientes musicales más significativas del siglo XX, el rock. Aparte de la importación de tendencias extranjeras, Latinoamérica posee una gama extensa de sonidos, tendencias musicales y cultura sonora en general, y a partir de estos, el rock latinoamericano ha sabido generar muestras musicales propias asociando sus entornos con el propio sonido, alcanzando un nivel de difusión tal que, traspasando las fronteras de sus propios países de origen, se convirtió en un estandarte continental.
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